Sobre el requiem de riqueza y poder
- Mateo Londoño Castaño
- Oct 31, 2017
- 6 min read

Análisis sobre las ideas del documental de Noam Chomsky: Requiem por el sueño americano
Más allá de la criticable estética del documental Requiem por el sueño americano de Noam Chomsky, hay que tratar de desglosar la densidad de situaciones tangibles e intangibles que el lingüista señaló y criticó de forma directa, sin tapujos. Podemos decir que el documental se alimenta de lo que escribió junto a Ignacio Ramonet en el libro Cómo nos venden la moto, donde nos dicen que las relaciones públicas constituyen una industria inmensa que siempre ha tenido el cometido de controlar la opinión pública.
“La gente que se dedica a las relaciones públicas no está ahí para divertirse”, sino que su trabajo es inculcar los valores correctos que determinan lo que debe ser la democracia: “un sistema en el que la clase especializada está entrenada para trabajar al servicio de los amos, de los dueños de la sociedad, mientras que al resto de la población se le priva de toda forma de organización para evitar así los problemas que pudiera causar”. Esta definición la desglosa en el documental, hablando de los 10 maleables principios de la riqueza y del poder, que son al fin y al cabo la democracia que han aplicado las élites para subordinar la verdadera democracia: la que ejerce la población, no sus dominantes.
Como es obvio, para imponer su democracia deben reducir la verdadera: hay que acallar retórica y represivamente a todo aquel que considere que el modelo capitalista salvaje no es ideal para el beneficio de la humanidad, mucho menos para el del planeta. Hay que imponer la ideología que soporta ese sistema del capital a través de diferentes acciones: manipulación mediática, enseñanza de valores laborales, determinación de los gastos que nos harán felices, establecimiento del tiempo que debemos seguir en los espacios correctos para el desarrollo económico. En resumidas cuentas, controlarnos la existencia, más que la vida, sin hacerlo directamente. Mi vida humana y consciente es finita, pero la existencia humana, también finita pero más extendida, es la que les proveerá recursos que en realidad ni existen, como el dinero que ya no se soporta en ninguna riqueza tangible.
Esa inexistencia de tangible riqueza ha provocado implosiones críticas en el sistema capitalista, como la de la Gran Depresión . Pero el poder de controlar las relaciones públicas ha hecho a las élites, que dominan medios, bancos y corporaciones, capaces de rediseñar la economía para sus intereses. En la década del treinta la democracia establecida no estaba funcionando como querían: los movimientos obreros se estaban organizando y reclamando derechos, se estaban creando organizaciones independientes. Representaba una falla del sistema porque “si hubiera muchos individuos de recursos limitados que se agruparan para intervenir en el ruedo político, podrían, de hecho, pasar asumir el papel de participantes activos, lo cual sí sería una verdadera amenaza”. A la actividad empresarial no convenían tales levantamientos, por lo que con su poder financiero y empresarial lograron debilitar a los movimientos sindicales. ¿Cuál ha sido el método más efectivo? Poner a la misma gente contra los huelguistas, con propaganda, apunta de control lingüístico, el más efectivo e intangible. “Se trata de crear un eslogan que no pueda recibir ninguna oposición, bien al contrario, que todo el mundo esté a favor”. A esto se referían Chomsky y Ramonet al decir que en las relaciones públicas no hay divertimento; lo que hay es una increíble preparación para adaptarse a las acciones subversivas. Usan valores morales nacionalistas para defender la causa del sistema financiero, con frases como “Hemos de trabajar todos juntos y hacerlo por el país y en armonía, con simpatía y cariño los unos por los otros”.
Entonces ¿Cuál democracia ha existido si el dominio siempre se ha ejercido verticalmente y al parecer seguirá haciéndose desde élites casi que invisibles? ¿Podrá existir eso de l’égalité? Creo que debemos dejar de aspirar a conseguir la igualdad, nunca será posible, menos aún con la posibilidad que tienen de controlar la información… la igualdad implica perdonar a los poderosos con tal de que nos den lo que no nos han dado; somos diferentes, nadie vive lo mismo de nadie, por lo que entiendo más la búsqueda de equidad, aunque me parece aún insuficiente. Lo que hay que hacer es luchar contra este sistema financiero de control de información y derrumbar las élites, arrebatándoles el poder, que ni existe, poco a poco, pero no para quedarnos con él, no para ejercerlo, que es solo así que existe, sino destruyéndolo en donde se manifieste.
¿Qué hacer en tiempos de ordenadores cuánticos? ¿Pasarán por un filtro democrático para que la humanidad los aproveche y se conozca a sí misma, se explote por su bien y por el de la naturaleza misma, no por el de los poderosos? ¿Los empresarios serán solidarios con la humanidad dándole acceso a las tecnologías más avanzadas para proveer la democracia? Imposible, porque como dice otro de los principios de riqueza y poder, hay que atacar a la solidaridad. Quieren meternos el nada es gratis para negar la solidaridad entre seres de una misma especie, que comparten genes. Peor aún, quieren justificar la explotación de recursos para el bien de la humanidad diciendo que se debe hacer desde un sistema democrático que ha permitido a los seres humanos obtener riquezas, potenciar su “individualidad”.
Lamentablemente aún domina la doctrina del “pensamiento único, autorizada por una invisible y omnipresente policía de la opinión”. Este seguirá siendo un movimiento perpetuo por varios “pequeños detalles”: primero, las elecciones, que mucha gente ve ilusoriamente como la salida de este mal, seguirán siendo financiadas por élites con intereses de dominio de la riqueza y de la opinión pública. Segundo, las instituciones reguladoras son dominadas por las élites, y si no lo fueran, tampoco serviría de mucho, porque la corrupción trastoca toda institución que esté regida por la democracia financiera. Democracia no es que Santos firme acuerdos con el Primer Ministro de Israel, Netanyahu, para desminar; aquí democracia significa negocio para las élites. Democracia no es firmar un acuerdo de paz para el bien del pueblo; es hacerlo para potenciar las relaciones de explotación y producción de las tierras y del capital. Es hasta obvio que lo económico prima sobre lo político, pero las relaciones públicas mediatizadas y controladas por el sistema financiero de control de la información quieren mostrarlo como lo contrario, para vendernos la esperanza de cambio a través de lo político, de la construcción de proyectos para el cambio de la sociedad ¿lo permitirían con el poder de control que pueden llegar a ejercer?.
Chomsky y Ramonet lo resaltan con la frase del ensayista neoliberal Alain Minc: “el capitalismo no puede derrumbarse; es el estado natural de la sociedad. La democracia no es el estado natural de la sociedad. El mercado, sí”. Lo paradójico es que el mercado funciona “a ciegas” porque se especula sobre el futuro, variable que ni la ciencia ha sido capaz de controlar. Entonces, ¿podría hacerlo la figura del Estado, tan obsoleta en tiempos de ordenadores cuánticos, tan servil a los intereses del mercado, en tiempos digitales? ¿Que el Estado en teoría sea “capaz” de regular, es razón para justificar su aún existencia?¿Es suficiente para frenar la expansión de la riqueza? Antes esta figura ha permitido esa expansión, ha sido uno de sus motores, aunque se argumente que sin el Estado, el mercado sería aún más intangible y poderoso… El mercado sabe usar al Estado, para eso hay escuelas de negocios, que usan y abusan de leyes y representantes para marginar a la población, multiplicar su producción, de la mano de la sobrepoblación, y reducir sus ingresos, hacerlos hasta cada vez más virtuales que reales.
Por último, quiero señalar varias cosas de la forma del documental. Me parece que abusan de las palabras y del sonido y no crean una obra con sentido para “audioverse”. Es decir, tanto ver a Chomsky, tantos vacíos de imagen y ocupación de otras sin sentido, además de tanto sonido sobredramático y repetitivo, en vez de potenciar, debilitan la fuerza del discurso, que por sí solo, en texto, tiene mucha intensidad. Mejor dicho, con leer hubiera sido suficiente. La imagen y el sonido no alimentan tanto el discurso como para justificarse su existencia. Eso sí, admito que hay partes en que los planos de situaciones históricas son muy bien hechos, pero son muy pocos. Esto no quiere decir que la imagen debe ser complementaria al texto. No, estética e informativamente no tienen gran valor. Una parte que sí lo tiene es cuando usan el recurso de metatelevisión (chomsky hablando dentro de otro televisor), lo cual me parece muy valioso, pero aquí fue muy mal usado, se abusó sin sentido de ello. Con todo el respeto que se merece Chomsky, un pensador del cual rescato muchos pensamientos y acciones, este me pareció más un ensayo narcisista que un documental.
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