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Para algunos de mis diez años pasados

  • Por Mateo Londoño Castaño
  • Apr 10, 2017
  • 6 min read

Updated: Oct 17, 2023


La primera parte de esta nota la realicé en Mayo del 2016, la segunda el 23 de febrero del 2017. Valga la aclaración, por las diferentes personalidades que se expresarán siendo el mismo cuerpo.

Encuentro con el descontento

Pasé por el "Ahora o nunca parcero". Me creí diferente y malo por gritar "Se rumora en el vecindario que el escenario está caliente". Creía entender "De la terraza a la plaza". Me acompañaba ese frío siiiiiisaaaas, cuanto el Tito y Mosco me decían que "vamos a beber que esta noche parce vamos a tener que salir de roce".

Creía que las canciones de Bonethugs eran pura melodía y que la Wu-Tang Clan eran muchachitos divirtiéndose frente a los micrófonos. Ladré cuanto pude junto a DMX. Me sentía en las farras que nunca estuve cuando sonaba Big Poppa. Admiré a Ultrajala. Veía la vida de esos negros americanos en videos y canciones que ni entendía y ya me creía parte de ese mundo.

Nunca estuve en un combo de raperos, no sé si porque no me emocionaba o por lo tímido. Llegaba con ropa ancha, pantalones arrastrados y camisetas holgadas, a ese colegio que me quería motiladito, acomodado, feliz de estar al servicio de la armada de Dios. Lo charro es que me mamé eso toda mi vida y siendo buen estudiante; la máxima falta fue mantener la camiseta por fuera. Pero nah, fui un baboso que nunca aplicó lo que decían esas canciones.

Toda mi vida, en cuanto al hiphop, he sido un dos caras, me las daba de conocedor de algo que hoy en día ni me importa. Habré ido en mi vida a dos conciertos, y qué patetismo vi en ellos, pelaitas que se creían malas por fumar y andar con neas que se creían rebeldes y en contra del sistema. Esta gente se cree conocedora de los temas sociales porque le cantan al parcero muerto o se burlan de los políticos. Otros se creen los mejores por rimar cucaracha con hacha, juguetón con mamón, por simplemente manejar la consonancia. Hasta algunos se dicen a sí mismos poetas. Hasta yo llegué a pensar que el Aldeano era un poeta y El B un guerrero y que qué pesar lo que les hacía el régimen castrista.

Veía a Violadores del Verso como unos tipos rudos que merecían respeto y ser catalogados como dioses. Incluso pasé por Nach cuando era Scratch y me creía liberado, que abría mi consciencia hacia la realidad facha que habíamos creado nosotros mismos. Me sentía potente, capaz de cambiar el mundo por solo escuchar unos bombos y unas cajas que me decían la “verdad”. Vengo de diez años de escuchar casi todos los días así sea un poquito de esos samples “mágicos”.

Hoy, saltándome toda mi historia con la Troikadedra (con Dj Pata y Mr. Pig a la cabeza), que se merece un espacio alejado de la discusión sobre el hip-hop, porque ellos son más que esos “tontos del aba”, me cago en esos años desperdiciados, así me hayan servido de ejercicio. Me fastidia ya escuchar que todos son los mejores. Al menos entrené mejor mi oído y me di cuenta de que sonaba tan pelotudo al decir que el hiphop es el género más libre.

La salsa me atrapó, el rock y el punk me rozaron junto con el jazz y la música clásica, pero en en esta etapa evolutiva me entrego casi completamente al género que más respeto me ha generado por integrar sapiencia, versatilidad, violencia, agresividad, armonía y tranquilidad a pesar de a veces salir con parafernalias mágico-religiosas. Pero es que estos, así pasen por satánicos a veces, no son nada en comparación con la vanidad de los raperos y la bendición que tienen del diablo para destruir la moral inculca o la bendición de Dios en sus "poemas" rapeados: si, eso transmiten, que son los líderes que necesitamos para salvarnos.

Al menos los metaleros me golpean en la cara sin creerse los que mejor golpean. Claro que caigo en el error de generalizar, hay metaleros líderes y hay raperos respetables como el que me parece el mejor de este país, Zof Ziro, pero de él no hablaré porque siento que merece un espacio también aparte como la Troika, lejos de una comparación con los vanidosos que abundan en el género. Me salté montones de grupos y solistas que incluso son mejores que los que digo, pero solo hablé de mis inicios, ya habrá oportunidad para hablar de los que valen la pena, que son poquísimos, a pesar de ser un género en el que abundan nuevos exponentes. Para responder mejor a este vacío acudo a insulino: “los mc’s son como pedos, cuanto peor huelen más tiempo se quedan, que sepas que los limpios podrán sonar más pero duran menos, más o menos me importais tanto como un basurero…levantas una piedra y sale un rapero, levantas su cerebro y sale dinero”

Reabriendo el cofre

A la hora de encontrarme con este texto en mis archivos, recordé de una manera diferente todos los temas y raperos que menciono y todos los que me faltan. Fui egoísta conmigo mismo, qué caja, cuando dije que todos son babosos, como si no me hubiera emocionado con el "No se sabe" de Ultrajala o "Mi alma al diablo" de Tres Coronas. Insulté la melodía única de Bone Thugs, dejé de lado a grandes como J Dilla y toda la Boot Camp Clik. Pisoteé mis buenos recuerdos con la Wu-Tang o Cypress Hill. Es como si por un tiempo hubiera bloqueado las canciones que no paraba de tararear pero que no entendía, como Forth & Back de Slum Village.

Quise friamente destruir al Mateo que reflexionó mucho y abrió un poco su mente, limitada por el catolicismo, gracias a las letras de los Aldeanos y de Nach. Olvidé que empecé a abrir caminos para encontrarme luego con Lechowski y Pablo Hasel, antes de dejarme enviciar por la volátil Troikadedra. Rafael Lechowski me enseñó que se puede hacer poesía en rap y jazz, odiando al amor y amando la botella y la calle; Hasel me expresó su fastidio con la existencia de los poderes y me ayudo a destruirme desde adentro, como si me estuviera pidiendo que reaccionara. Lo que piense hoy de él es otro asunto.

A la vez que sonaba la españolada haseliana, le daban una culiá chilena a mi cerebro los de la Mente Sabia Crú, con Matiah como mente maestra de la follada sensorial. También otros chilenos como Portavoz y Mantoi querían penetrar pero no lo hacían tanto como Chinaski. Hacer del flow una flor negra y de olor intensamente putrefacto tan estéticamente potente, con el acento chileno, no es fácil, y RobertdeWiro lo supo y sabe hacer aún.

Al lado está Perú que empezó a entrar en mí con la Rapper School, pero rápidamente Pedro Mo los desterró. Aquí me doy cuenta que me gustan pesimistas que se divierten con la imposibilidad de dejar de existir así sea como polvo. Pero claro, en estos tiempos de mucho rap, el trago hizo mella en mi pensamiento, además de la yerba. Con Pedro Mo tenía la compañía perfecta para las resacas emotivas

El 3D del Mo se conectaba perfectamente con los multiversos de las palabras del mexicano Skillamen aka Metrik Vader. Este ha sido de los raperos más pesados que he escuchado en mi vida, pero me tranqulizaba como ninguno. Drogas y drogas son referencia en sus letras; el surrealismo va de rima en rima haciendo del sonido un ambiente de ósculos oscuros. ¡Magnífico!

Abrir fronteras era lo que hacía al escuchar rap de otras patrias. Ponía en práctica mi descontento con la idea de identidad nacional. Destruí poco a poco el patriotismo mediático. Pero no me olvidé de la tierra en la que he crecido, gracias a lo que Métrico decía a través de su nihilismo optimista, de sus letras de hip hop consciencia puro. Hoy prefiero escuchar otro tipo de rap colombiano, como el de Moebiuz, antes de sus mongolas peleas. Pero Métrico me abrió puertas hacia la sensibilidad que en mí había y no sabía.

Aquí algunos de los colombianos que no he mencionado: Asilo 38, Tribu Omerta, La Etnnia, Poetas Malditos, Crack Family, Rh Klandestino, Shalewa Tribu, Enevilla, La Clika, CEA, Doble porción, Gordo Sarkasmus y otros que se me escapan. De todos tengo muchas virtudes por rescatar y sinvergüenzadas en las que cagarme.

He visto como estos personajes han evolucionado en su estilo y apariencia. Considero que llegué tarde a algunos de ellos por concentrarme en los malacarosos y malandroides. Aun así, los recuerdo con mucha pasión y los sigo rapeando, sea con mis parceros con los que los escuché o con los que en la vida esperaban algo bueno del Hip-hop. Hay que aprender, desaprender y reaprender, tejer la red de experiencias, atravesar el tiempo a través de los recuerdos y el deseo futuro, para purificarse cada vez más, así esto implique hundimiento en pensamientos. Aquí, por ejemplo, el viejo Zof Ziro al que hay que retomar:

Insisto, el tema es amplio, hay letras por analizar y ritmos por contemplar y desenmarañar. Pero vuelvo a terminar con una frase de Insulino (Mr Pig/Troikadedra) justificando ese deseo de continuar el camino: "El conocimiento empieza por la consciencia de la ignorancia, como ya dijera Sócrates, pero no hay que saber, sólo hay que abrir bien los ojos, atravesar el abismo, rebuscar entre los despojos hasta encontrarse a uno mismo". De ñapa este video experimental de la Tröikadedra Corp. Salud

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